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Frente a frente: Tesla Model S P100D vs Chevrolet Camaro ZL1

Dos autos diametralmente opuestos, pero con algo en común: su poder y velocidad

Frente a frente: Tesla Model S P100D vs Chevrolet Camaro ZL1

En el mundo automotriz las rivalidades están a la orden del día. Algunas son históricas, como el Camaro y el Mustang, Ferrari contra Lamborghini o la la guerra civil entre BMW, Audi y Mercedes-Benz. Pero en esta ocasión quisimos hacer algo completamente diferente

Está vez enfrentamos al pasado contra el futuro. En una esquina, el valiente Chevrolet Camaro ZL1 Convertible que basa su fuerza en una fórmula clásica, en la otra el Tesla Model S P100D, cuya tecnología y estilo por momentos parecen provenir de otro mundo.

Uno, ecológico, eléctrico, una nave espacial sobre ruedas, estrella de una marca millennial que apenas hace 10 años construyó su primer auto. El otro, un deportivo estadounidense histórico, con un legado cimentado en el poder emanado por un vigoroso y sediento V8, presente a lo largo de seis generaciones. 

Aunque en un principio estos autos que parecen completamente dispares, tienen una cualidad que los une y es que, a su propia manera, cada uno se ha encargado de humillar reiteradamente a sus adversarios.

 

Dos cosmovisiones

El Tesla emplea, en el caso del P100D, tres motores, uno en la parte frontal y dos en el eje trasero. Estos se comunican de manera electrónica para lograr una operación efectiva. Combinados a su batería de 100 kWh, entregan 680 CV y 931 Nm de torque.

Como las baterías se ubican en el centro, tiene un centro de gravedad muy bajo, lo que contribuye a un manejo muy equilibrado y sin tanta transferencia de masas. Hay tres modos de dirección, dos de frenado regenerativo, modo creep que emula la sensación de un auto con caja automática, y tres modos de aceleración. Entre ellos, el modo Ludicrous, que libera el máximo poder del Tesla. Con una aceleración estimada de 2,7s en el 0 a 100 km/h, le hace morder el polvo a tantos autos.

Por otro lado, el Chevrolet Camaro ZL1 Convertible cuenta con un V8 LT4 de 6.2 L, con 650 CV y 868 Nm de torque, asociado a una veloz caja automática de décima, más corta en sus primeras relaciones y en las últimas, pensadas para estirar el consumo en ruta.

A esto hay que sumarle cuatro modos de manejo, Launch Control, diferencial de bloqueo electrónico y los ya mencionados 11 radiadores para el motor, sobrealimentador, refrigeración, aceite y transmisión. El resultado es un muscle car evolucionado, que mantiene su filosofía purista, pero que a diferencia de otros de sus rivales como el Challenger Hellcat, puede ir bastante bien en un circuito. De hecho, su tiempo en Nurburgring de 7m29s60 lo hace más veloz que un Audi R8 V10 Plus o que una Ferrari 458 Italia.

 

 

Luz. cámara...¡acción!

Históricamente, el ¼ de Milla ha sido un territorio donde los muscle cars han gobernado con mano de hierro. Ése es su habitat y donde mejor se sienten. Durante años han resistido el embate de Europa y Japón con relativo éxito. No obstante, del otro lado del país, a 4.000 km de Detroit, les apareción su mayor enemigo: Tesla y sus eléctricos de alto desempeño.

Aunque hay millones de videos en la web donde Tesla vence fácilmente a prácticamente cualquier muscle car, nosotros no nos quedamos con las ganas de vivirlo en carne propia, por lo que aprovechamos para enfrentar al Model S y al Camaro ZL1 en un duelo. Y sí... por más bestial y ruidoso que sea el Chevrolet, una y otra vez se vio superado por el sedán eléctrico, cuya aceleración es realmente vertiginosa, tanto que hasta puede marear al propio conductor.

En este sentido el Tesla es prácticamente insuperable, por eso llevamos la batalla a un ambiente antes prohibido para los clásicos muscle cars: la vuelta más rápida. Para hacernos una idea de la performance de ambos autos, llamamos a nuestro propio Stig, que, aunque menos glamouroso, logró extraer lo mejor tanto del Tesla como del Camaro.

Los resultados en este caso ponen al ZL1 como vencedor, con un tiempo promedio de 55s71 en cuatro vueltas, versus el Tesla Model S con un promedio de 59s58. Esto básicamente tiene que ver con que el Tesla es un auto pesado, pesando cerca de 2,2 toneladas. El Camaro, incluso siendo convertible, no pasa de las 1,8 toneladas. Aunque es un peso considerable, sigue siendo más ligero. Además, ayuda el hecho de que es un auto preparado para atacar la pista, al contrario del eléctrico.

Quizás la posición de manejo del Tesla sea más cómoda, incluso perfilándose un tanto más adecuada que la del Camaro, pero no es un auto comunicativo, algo donde no ayuda la excelente insonorización y el trabajo de suspensión. El peso le resta beneficio al equilibrio del chasis y sin dudas, como no cuenta con frenos deportivos o neumáticos para pista, claramente cuesta meterlo en las curvas y apuntar la trazada.

Con el Camaro sucede completamente lo contrario. Si bien es un auto de respeto en el que se necesita físico para sacarle el máximo rendimiento, impresiona el hecho de que es muy eficaz en la pista, al lado de otros modelos similares, lo que habla formidablemente bien del trabajo de General Motors.

¿Resultado final?

No son rivales y su planteamiento es completamente opuesto. Cada uno es excelente a su manera. El Tesla pertenece a una órbita diferente a la del Camaro y, por ende, su comparación es fútil.

Son dos veredas opuestas del mundo motor, con una cosa en común: más de 600 CV de potencia y la pasión de sus compañías por llevar al límite dos filosofías muy cuestionadas como son la durabilidad y desempeño. Dos distintas maneras de mandar de vuelta a casa a los europeos y japoneses con el orgullo del Tio Sam. 

 

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